miércoles, 15 de mayo de 2013

NI ORDEN NI PATRIA

Ricardo Candia Cares


El brazo armado del sistema funciona de maravillas. Secuestros, torturas, apaleos, gaseos, abusos, vigilancia, tratos crueles, mentiras y montajes. Cada día con mayor sofisticación, los cuerpos policiales, brazo armado del régimen, vienen aplicando la política militar del neoliberalismo.

Los métodos, para que vayan sabiendo los que aún no gateaban por entonces, son exactamente los mismos que usaba la dictadura.  Son exactamente los mismos tontons macoutes que barren las calles de estudiantes  molestosos, como son los mismos los  políticos corruptos que les han dado afrecho durante los últimos veintitrés años a esas hordas criminales.

Secuestros express, propios de narcotraficantes o escuadrones de la muerte, golpizas a menores de edad,  abusos contra niñas, ataques contra la prensa, seguimientos, filmaciones y amedrentamientos, son algunos de los métodos que las policías aplican, bajo la supervisión de las autoridades políticas que les dan las órdenes y la comida. Las de ahora y las de antes.
 
Sólo ese aspecto arruina la construcción de una democracia. Impensable asumir que en un país decente estas cosas pasen y como si nada. La represión tal y como la vemos, es absolutamente necesaria para la coherencia de la cultura del modelo. Hay una estrecha vinculación entre lo que pasa en las calles con la piara policial, y lo que sucede con el tándem de banqueros cuando arrasan con el dinero de la gente crédula.

Vea no más lo que dice el jefe del cártel de dueños de bancos y diga si no le da la impresión que si fuera por él, despacharía de un par de tiros a los audaces que se atreven a limitar sus ganancias glotonas y deschavetadas. 

Nada de esto debe extrañar. Para que exista el sistema económico que se impuso primero a sangre y fuego, y luego apuntalado por la Concertación, se requiere un sistema de control ciudadano de esa magnitud. 

Sólo de esa manera el sistema puede mantenerse hasta ahora. Los adelantados de los primeros gobiernos de la Concertación ya habían hecho lo suyo al desmantelar los medios de comunicación que tanto hicieron contra la dictadura.

Lo de Chile no es una democracia, sino una dictadura con la cara lavada, y las manos sucias.

Cada una de las leyes de alguna trascendencia, las medidas económicas, las políticas culturales, la organización administrativa del Estado, tiene una componente contra insurgente más o menos oculta, según sea su aplicación.

Ya sabemos que en el territorio mapuche se aplica desembozadamente una práctica anti guerrillera en un grado tal, que no sólo apunta a inhibir acciones de mayor envergadura, sino que permite preparar tropas y jefes,  altamente entrenados en el combate irregular y con un conocimiento cabal de la zona por si se le ocurriera al algún indio alzarse para el monte, con una escopeta terciada.

Pero los contenidos contrainsurgentes de la normativa legal y las disposiciones administrativas no siempre son tan evidentes, como en el caso del teatro de operaciones mapuche.

Es el caso de las leyes que traen consigo el debilitamiento de las organizaciones de los trabajadores, los nuevos documentos de identidad que agregan muchas más medidas de control de las personas, o la disposiciones que permiten llenar de cámaras de vigilancias las calles, los edificios, las instituciones, hospitales y carreteras. La puesta en órbita de satélites por parte de la Fuerza Aérea no será para saber lo lindo que nos vemos desde arriba. 

¿Cuántos dirigentes de organizaciones sindicales, sociales y gremiales no serán agentes encubiertos de las policías y las Fuerzas Armadas, según lo permite la ley de la ANI?
¿Cuántos reciben óbolos, denarios o euros clandestinos o indirectos? ¿Un ex comandante en jefe del Ejército a cargo del padrón electoral?

El niño César Reyes fue secuestrado por un comando clandestino que luego se supo era de la PDI. ¿Esos agentes operativos policiales, lo hicieron por su cuenta y riesgo, para pasar el tiempo, de aburridos? ¿De no haber sido descubierto la placa de su vehículo, habría aparecido vivo, César?

Cuidado. Este año viviremos en peligro.



(ARTÍCULO COMPARTIDO POR EL AUTOR)

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